23 jun 2010

Baldo, con Galicia al fondo

La historia del jazz europeo es la historia de un atrevimiento. Mientras el rock se adaptó sin mayores sobresaltos a la idiosincrasia del viejo continente, el jazz necesitó un largo proceso para crear aquí su propio espacio identificativo. Aunque el trabajo duro se produjo en las dos décadas anteriores, fue en los 80 cuando por fin el barco soltó amarras. Desde entonces una buena cantidad de músicos tomaron la atrevida decisión de lanzarse a hacer una música desvinculada del poderoso legado norteamericano sin perder por ello las directrices que habían conformado el género. Baldo Martínez siempre ha estado en esa onda.



El momento fundacional del jazz gallego contemporáneo se produce a principios de los 80 con la fundación del caurteto Clunia Jazz por un grupo de jóvenes músicos recién salidos del conservatorio y un saxofonista veterano-ya fallecido- llamado Antonio Cal. Tuve la suerte de estar en el primer concierto del grupo cuando completaban un cartel que encabezaba Wynton Marsalis en el fenecido Festival de jazz de A Coruña. Entonces no me llamó la atención aquel contrabajista de O Ferrol que con el tiempo se convertiría en uno de los grandes animadores del jazz europeo actual. Hace unos días pude ver de nuevo al grupo, 27 años después, presentando su disco “5”. (Os recomiendo escuchad el fantástico tema "Entre Antares y Arturo" en http://www.myspace.com/festivaljazzmarinas)
Aquellos chicos tuvieron éxito en el convaleciente jazz español de los 80 y llegaron a publicar 3 discos. Luego en los 90 iniciaron carreras en solitario en las que Baldo Martínez empezó a descollar como músico y compositor de primerísimo nivel. Por ejemplo, fue miembro fundador del grupo de jazz contemporáneo Zyklus:



Era una época de experimentación musical y Baldo era una presencia inestimable en proyectos de otros grandes músicos, el caso del célebre Jazz Hondo (1999) formando parte del grupo de Ángel Rubio. Sin embargo no dejó de causar impresión su primer disco como líder . El título cuto título está inspirado en un poemario de Celso Emilio Ferreiro, el principal poeta gallego de la postguerra. (Escuchad el álbum)

Esa sutil combinación de free jazz y música tradicional empieza a tener presencia en su música y los críticos saludan al músico como una de las "esperanzas blancas" del nuevo jazz que se realizan en España. Un jazz donde el aspecto compositivo es fundamental y que no se permite acariciar los oídos del público con el viejo repertorio norteamericano mil veces repetido. Otros discos de su quinteto durante estos años son:  Juego de niños donde aparece por primera vez una zanfona, Nai donde se lanza ya de forma decidida a la aventura de experimentar con la música popular gallega sy Tusitala. (Los tres discos disponibles haciendo click en el nombre)
En 1999 es invitado al festival de jazz en Guimaraes (Norte de Portugal) y se le encarga realizar un disco con la música nacida del río Miño. Es éste un territorio con personalidad propia,  fértil en leyendas, contrabandistas y escapados. Un pequeño Río Grande en el Noroeste Peninsular.  Después de 7 años, el  proyecto salió  a la luz discográficamente y fue la bomba. Este es un mínimo fragmento en directo de la Suite del Miño:



Projecto Miño es considerado en el 2008 como mejor álbum de jazz hecho En españa. En su interior, hay un hermoso texto del escritor Manuel Rivas:
"(...)El Miño es para mi hoy el projecto Miño. Baldo Martínez se ha inspirado en la idea del río como lugar de encuentro, de creatividad compartida. Podemos identificar las fuentes y la calidad de los aportes. Podemos imaginar el estudio como un hogar nómada. Pero ha ocurrido algo extraordinario: ha creado un rumor inolvidable para el río. Alalás de un jazz free, con la energía tan conmovedora como irónica de la voz de Maite Dono. Baldo Martínez, en Projecto Miño, ha creado la música que un río sueña cuando pasa bajo los puentes y revive en contracorriente."
Si tuviera que elegir un tema de ese disco extraordinario me quedaría con éste:


Seguir la trayectoria de Baldo Martínez en la actualidad es tarea extremadamente compleja. Su tremenda inquietud artística le permite compaginar actividades musicales en distintos grupos y ser, por ejemplo, organizador de festivales como el Imaxinasons de Vigo. Sigue con su quinteto pero también tiene un cuarteto acústico. Acaba de sacar un disco con la cantante de Projecto Miño, Maite Dono, titulado Sons-Nús y ha formado dúo con el clarinetista y saxo italiano Carlo Actis Dato. Es parte activa y principal compositor en Clunia y permanece junto a Agustí Fernández y Ramón López en el trío Tri-Ez:




Para terminar una de los temas más populares del folklore popular gallego revitalizado en las manos maestras de Baldo Martínez, el pianista Alberto Conde y el batería Nirankar Khalsa

15 jun 2010

Slim y un poco de slang

La prueba más palpable de que el jazz no es una música tan erudita y sesuda como nos han hecho ver los amigos de darle brillo a los diplomas, es la existencia en su seno de una vía cómica soterrada debajo mismo de su corriente principal. Grandes estrellas del género: Louis Armstrong, Jimmy Lunceford y su célebre orquesta, el extraordinario Fats Waller y como no el gran Cab Calloway, eran amigos de convertir sus actuaciones en verdaderas espectáculos variopintos donde tenía cabida todo: música, baile, sketchs humorísticos y hasta sesiones de magia. Uno de aquellos showmen "multimedia" fue Slim Gaillard.



De un “bocazas” tan tremebundo como Slim, capaz de crear un lenguaje propio -el vout- ininteligible para el resto de humanos se puede esperar cualquier cosa. Según él, había nacido en Cuba, había trabajado en el campo y luego cuando su padre empezó a trabajar en una línea de cruceros marítimos se lo llevó consigo dejándolo lamentablemente “olvidado” en la isla de Creta. Luego –insistía Gaillard- por sus propios medios se trasladó a Chicago y se dedicó a multitud de oficios peregrinos antes de dedicarse a la farándula musical. Pura leyenda, pero a él le valía y a nosotros quizás también.



Cantaba, tocaba la guitarra mientras realizaba acrobáticos pases de baile e incluso tocaba el piano con las palmas hacia arriba. A finales de los 30 inició una fructífera colaboración con el contrabajista Slam Stewart que tendría sus frutos con un superhit donde el scat llegaba a niveles prácticamente supersónicos: Flat Foot Floogie (with a Floy Floy).


La guerra separó a ambos músicos pero antes tuvieron la oportunidad de actuar en Loquilandia, una de las películas más disparatadas que ha parido Hollywood y conocida en inglés con el título de Hellzapoppin'. Este es un número inolvidable del film.



El sustituto de Slam fue Bam, Bam Brown, con el que tuvo un enorme éxito recién concluida la guerra: Cement Mixer. Aquella fue una época de gloria donde Slim tuvo la oportunidad de compartir cartel y hasta alguna grabación con Dizzy Gillespie y Charlie Parker. Incluso el trompetista incorporaría algo del humor de Slim a sus actuaciones posteriores en los 50, especialmente con su orquesta bop.

(Si queréis, ahorraros el parlamento del primer caballero poned el vídeo a partir de 1 minuto y 12 segundos)


En el mismo período tiene otro éxito con un tema cuya letra está formada por una sucesión de nombres de platos de comida en árabe. Alguna emisora de radio pacata la prohibió por considerándola  degenerada al incitar al sexo y al consumo de drogas.



Convertido en un ídolo para los hipsters y beatnicks, salió casi divinizado en un pasaje de "En el camino" de Jack Kerouac:

Slim se sienta al piano y golpea dos notas, dos do, después dos más, después una, después dos, y de pronto el bajista, un tipo corpulento, sale de su ensoñación y se da cuenta de que Slim está tocando C-Jam Blues y aporrea con su enorme dedo índice la cuerda y se inicia una sonora y potente pulsación y todo el mundo se mueve al compás y Slim sigue mirando tan triste como siempre, y tocan Jazz durante media hora, y Slim enloquece y coge los bongos y toca ritmos cubanos tremendamente rápidos y en egipcio, en todos los idiomas que conoce, y sabe innumerables idiomas. Finalmente termina la actuación; cada actuación dura dos horas. Slim Gaillard se queda apoyado en una columna, mirando tristemente por encima de las cabezas de quienes le hablan. Le ponen un vaso de bourbon en la mano.
-Bourbon-oruni… gracias-ovauti.
Nadie sabe de dónde es Slim Gaillard. Dean soñó en cierta ocasión que tenía un hijo y que su vientre estaba todo hinchado y azul mientras estaba tumbado en la yerba de un hospital de California. Bajo un árbol, junto a un grupo de negros, estaba sentado Slim Gaillard. Dean volvió hacia él unos desesperados ojos de madre.
-Ahí lo tienes-oruni -decía Slim.
Ahora Dean se acercó a él, se acercó a su dios; creía que Slim era Dios; caminó arrastrando los pies hasta él y le hizo una reverencia y le rogó que se sentara con nosotros.

Fue un momento de éxito fulgurante pero pasajero. En los 60 desapareció prácticamente de la escena artística -hizo algún cameo esporádico en series de tv- y se dedicó al negocio hostelero. Enamorado del Reino Unido desde sus actuaciones con el Jazz at the Philarmonic de Norman Granz, se instaló allí en los 80 donde siguió actuando hasta su muerte en 1991.


8 jun 2010

Celebrando a La Tana


No sé lo que hay detrás de tu voz.
Nunca te vi, vos sos los discos
Que pueblan por las noches este departamento de París.
Te busqué en Buenos Aires, pero sabés seguro
Cuántos espejos de mentira te hacen pifiar la esquina,
Como después de andar de bache en bache
Acabás con ginebra en un boliche
Murmurando la bronca del despiste.
No sé, ya ves, ni como sos,
Tengo las fotos de tus discos, gente
Que te conoce y te escribe,
Paredes de palabras con glicinas
Y vos detrás, inalcanzable siempre.
(Y esto que digo Susana
es también la Argentina donde todo
puede esconder la estafa si no sabemos ser
como el farol del barrio, o como aquí sus tangos,
vigías de la noche y la esperanza).
(Para celebrar a Susana Rinaldi - Julio Cortazar - 1971)




El tango vivió su momento más crítico a finales de los 50 y principios de los 60, cuando se consumía regurgitando canónicamente las viejas melodías de antaño. Entonces surgió de los escombros el bandoneón prodigioso de Astor Piazzolla y la voz elegante, dramática y precisa de Susana Rinaldi.
Astor era un músico de larga carrera que encontró su nuevo amanecer en París al entró en contacto con los valores del nuevo jazz europeo. El tango-jazz lo apartó de la ortodoxia lo acercó a una música más internacionalizada y por ello sufrió el rechazo de los tradicionalistas. La Tana aunque con estudios musicales previos, procedía de la interpretación y tenía cierta experiencia profesional en teatro y TV. Con 31 años, en 1966, le surgió la posibilidad de hacer un disco de tangos y no la desaprovechó.




La voz timbrada, sofisticada y profunda de Susana Rinaldi era una antítesis de la voces masculinas y arrabaleras que habían predominado en el tango cantado. Esa forma nueva exigía letras diferentes, más complejas, menos misóginas con autores relativamente nuevos de la talla de Eladia Blázquez -tanto el tema anterior como el siguiente son de ella- o consagrados como Homero Manzi.



Susana tuve un gran éxito popular con sus discos de los 60 aunque nunca fue aceptada por los puristas. Ellos pensaban que la cantante había despojado al tango de sus connotaciones tradicionales acercándolo al teatro con su énfasis y sentido del melodrama. Piazolla y Renaldi estaban unidos por el rechazo, era lógico que grabaran temas juntos, como éste. 


El compromiso moral de La Tana era incompatible con el régimen sangriento que se instaló en Argentina a finales de los 70. Marchó a París y prosiguió su vida artística en Europa siendo emblema del tango en los años de hierro. Su vuelta a Argentina recuperada la democracia, no le hizo cambiar su opción por un tango con matices cabareteros, lo que contribuyó a mantenerla en el centro de la diana de los amantes del estilo antiguo. Ahora a sus 75 años es una de esas majestuosas cantantes latinoamericanas que han marcado una época en su género musical. Lejos quedan ya los tiempos de la figura solitaria en un paisaje en penumbras.
Un tema maravillosamente rompecascarones para terminar. Fue compuesto en 1955 con letra del poeta Homero Expósito y música de Roberto Nievas Blanco.

Y la actuación estelar de:

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