30 ago 2010

Genio a todo gag


Cuando Stan Warnow se enfrentó a la hercúlea tarea de desvelar la prodigiosa vida creativa de su padre en un documental titulado "Deconstructing Dad" seguramente se tuvo que enfrentar a muchos demonios personales. La convivencia con un padre visionario de la talla de Raymond Scott puede ser realmente harto complicada.



Y sin embargo Scott comenzó su carrera como un músico tradicional estudiando primero en la Juilliard de Nueva York y luego formando parte del elenco de la emisora CBS donde su hermano era el director de orquesta. Fue entonces cuando decidió cambiar su nombre judío por otro más americano y convencional. Quizás lo más convencional que hizo en su larga vida. En el 36 monta con otros músicos de la CBS un grupo de swing el Raymond Scott Quintette. Un combo en los límites del movimiento, donde la improvisación desaparece y todo se rige por la composición, el uso de riffs repetitivos y un humor a prueba de bombas que se refleja en títulos como el célebre "Música para la cena de un grupo de caníbales hambrientos". Aquí tenemos el tema interpretado en el centenario de su nacimiento por la Orquesta de la Universidad de Concordia de Montreal.



Un swing alocado, danzarín y mecanicista que rompía barreras y que él llamó "Jazz descriptivo". Cada elemento musical estaba controlado al máximo y los músicos debían conocer sus partes con total precisión ya que les obligaba a tocar sin partituras y sin permitirles la menos improvisación. Cuando se trataba de grabar era como un ingeniero de sonido moderno, mezclando sin rubor pistas y melodías diferentes. Al final conseguía ese sonido extraño y peculiar que lo hizo célebre entre el público y que fue adaptado por las compañías cinematográficas para acompañar los dibujos animados que causaban furor en la época. El Quintette perduró durante el resto de los años 30 y legó piezas como Powerhouse, su tema más conocido (Haced click) o  The Toy Trumpet, famosa por su versión cinematográfica a cargo de Shirley Temple y Bill Bojangles Robinson.



En 1942 es nombrado director musical de la CBS y contrata a grandes músicos negros como Ben Webster desafiando las leyes de discriminación racial. Finalizada la guerra su vida artística se bifurca. Por un lado sigue su trayectoria como director de la orquesta de la CBS primero en la radio y ya en los 50 en la televisión, lo que le permite financiar su verdadera pasión: la experimentación con la naciente música electrónica. Empezó interesándose por la mejora de sus propias grabaciones discográficas y terminó convirtiéndose en un impulsor y mecenas de la nuevos artilugios de sonido a través de su Manhattan Research Inc. De su inventiva nacieron instrumentos como el Clavivox y el Electronium, su gran obra, un anticipo de los sintetizadores electrónicos de décadas posteriores.



El hombre de negocios e inventor de mil dispositivos se fue convirtiendo con el paso del tiempo en un hombre huraño y reconcentrado que vivía para y por la investigación. Progresivamente alejado del jazz solo se acercó a él en una grabación de 1959 con un grupo denominado Seven Secrets en el que estaban gente de la talla de Elvin Jones, Harry "Sweet" Edison o Toots Thielemans.
En los 60 tras un batacazo económico es contratado por la Motown para llevar su sección de música electrónica. Desapareció de la escena en los 80 y fue redescubierto en los 90 gracias a un disco recopilatorio de su obra. Muere en 1994 dejándonos un legado curioso, algo extravagante pero importante para el desarrollo de la música contemporánea.

11 comentarios:

  1. Dr.Krapp, este post ha sido de lo más novedoso para mí. Todo un descubrimiento, sin lugar a dudas Raymond Scott tenía su genialidad. Me ha gustado el último video "The Raymond Scott Quintette".
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Importante recordar a esa "rara avis" que fue Raymond. Algunos dicen que eso tan rígido no era jazz, que el jazz no se memoriza nota por nota. Pero sí es divertido de escuchar. Tengo por ahí un disco suyo (The music of Raymond Scott: reckless nights and turkish twilights) que lleva un libretillo interesante: The man who made cartoons swing. A ver si algún día lo escaneo y lo subo.

    Salud.

    ResponderEliminar
  3. Interesane y variado reportaje de Raymond Scott. También me ha llamado la atención eso de que no permitía a sus músicos la más mínima improvisación, además de prohibirles utilizar la partitura...

    Hacía mil años que no veían a Shirley Temple.

    Un cordial saludo, Dr.

    ResponderEliminar
  4. A Raymond (con esas locuras ahora me recuerdo de Dustin Hoffman autista, memorizando la guía telefónica)me llevó hace ya mucho, Esquivel y Martin Denny con sus exóticas, pero sus discos no llegaban por aquí, aunque me enteré del que habla Troglo (merece un post) y lo de las caricaturas y algo de todo eso que ahora resumes, Doc. Un grato y merecido recuerdo.

    ResponderEliminar
  5. Me alegro de haberte enseñado algo nuevo, Hector como también me alegro de haber podido acceder gracias a la radio a este autor prácticamente desconocido para mí hasta hace unas semanas.

    Hazlo, Troglo, escanealo, me gustaría poder echarle un vistazo y conociendo al personaje seguro que es interesante. El jazz se balancea eternamente entre improvisación y composición antes e incluso ahora.

    ResponderEliminar
  6. Para el su grupo era como una máquina que debía funcionar a la perfección, Luis, pero como el factor humano es siempre imprevisible, finalmente optó por las máquinas más fiables.
    Un saludo cordial.

    El disco del que habla Troglo, es el recopilatorio que le dio cierta popularidad en los 90, Armando, cuando ya era la sombra de un recuerdo lejano y olvidado. Supongo que ahora será difícil también localizarlo por acá. Gracias por tus palabras.

    ResponderEliminar
  7. No me extraña que Stan Warnow haya querido desvelar la vida super activa que llevo su padre. Compositor, director de orquesta, pianista, ingeniero de grabación, inventor de intrumentos electrónicos... vamos, que no paraba el hombre ni un minuto por casa. Me gusta que los hijos quieran saber de sus padres e investiguen.

    Encantada de conocer a Raymond Scott.

    Un fuerte abrazo, Doc.

    ResponderEliminar
  8. Y tan interesante!!! Ese requisito de que los músicos tocasen de memoria y sin improvisación (o quasi) hacía que sonasen muy técnicos, pero con un sonido impresionante...

    Besotes Dr.

    (me gusta el claqué)

    ResponderEliminar
  9. Doctor... Me queda una duda. ¿Le permitió Scott a Ben Webster fumarse sus habituales canutos de marihuana.... o definitivamente se los expropiaba y se los fumaba él antes de crear su música ?...
    Un abrazote
    Kuto

    ResponderEliminar
  10. Muy atinada, Esther, el hijo tuvo que estudiar la vida y la obra de su padre porque no lo conocía. No sabía nada de aquel señor que cuenta la leyenda que pasó su noche de bodas con su segunda mujer, Dorothy, encerrado en su laboratorio musical. Abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Eligió la técnica sobre la emoción de lo imprevisto, una elección obligada en aquellos años y supongo que hoy en día aunque con menor dramatismo, Lola. A mi tambien me gusta el claque o como dicen por allá el tap dance.

    Para mi que no necesitaba al bueno de Ben para acceder a esos mundos alucinógenos, Kuto. En cualquier caso creo que su música es más para adecuada para la coca o el LSD que para la María que se aviene mejor con la vida relajada y la molicie.

    ResponderEliminar

Y la actuación estelar de:

Archivo del blog