24 abr 2012

Retomando el pulso de las calles

Fue hace dos sábados. En el Ciclo de Jazz organizado por la Fundación Barrié. Un concierto del grupo Robert Glasper Experiment donde el jazz, el soul, el funk y el hip hop se hermanaron para crear  algo realmente atractivo. Por lo menos a mí me lo parece. Una pena que Bilal, una de las grandes esperanzas del neo-soul solo diera algunas muestras de su enorme talento como cantante. Al mando, desde sus teclados, un siempre atento Robert Glasper. A su lado, un batería impresionante Mark Colenburg. Derrick Hodge al contrabajo y el habitual Casey Benjamin al saxo y al vocoder. "Para mí, el jazz es una reflexión acerca de la sociedad en la que vives. Cada periodo tiene su tipo de jazz. En los cincuenta, los músicos de jazz tocaban la música del momento en que vivían. En los sesenta, lo mismo. Pero esa cadena se ha roto. La idea generalizada es que los músicos de jazz, hoy, tocan música vieja. El público piensa en el jazz como en una foto en blanco y negro, y siempre los mismos artistas: Thelonious Monk, Charlie Parker, John Coltrane, Miles Davis... luego se quejan de que el jazz no es popular." "Una de las características del momento presente es que se coloca a los músicos del pasado en un pedestal tan alto que, quienes vienen detrás son incapaces de luchar para ser como ellos, y terminan dándose por vencidos. Esto es algo que sólo ocurre en el jazz. Si te fijas en el baloncesto, por ejemplo, Kobe Bryant o LeBron James comenzaron intentando parecerse a Michael Jordan y ahora son dos estrellas indiscutibles. El músico de jazz se ha vuelto cobarde. Peor todavía: se ha generado un clima en el que decir que uno quiere ser mejor que John Coltrane está considerado una insolencia. Me ha pasado a mí. Pero Coltrane, o Parker, o Monk, eran seres humanos. Yo pienso que eso es precisamente lo que uno debe pensar, porque si piensas en grande, llegarás a algo grande, pero si no lo haces, siempre estarás en el mismo sitio." (Robert Glasper entrevistado por Chema Garcia Martínez en el diario EL PAIS 8-11-2011) Siendo allí donde nació y se desarrolló, hace mucho tiempo que el jazz perdió el pulso de las calles. Al obsesionarse tanto con el status alcanzado, con la seriedad y el respeto, perdió mucha de su original vivacidad. Deberíamos cerrar de vez en cuando el viejo santoral de dioses y mártires, dejar los conservatorios para los maestros y abandonar el esnobismo de las posturas exquisitas. Quizás entonces esta música, liberada de tanta carga, pueda  salir de nuevo  al aire fresco y recuperar las energías perdidas. Al menos, Robert Glasper y su gente se esfuerzan en conseguirlo.

14 abr 2012

A vueltas con Hoagy

En el  El trompetista (Young man with a horn, 1950, Michael Curtiz) hay un joven músico blanco que solo vive para su instrumento (Kirk Douglas) y un viejo músico de color (Juano Hernandez) que ejerce de generoso maestro. También hay dos chicas: la buena es cantante de orquesta (Doris Day, como no) y la mala es una sofisticada y reluciente Lauren Bacall. El trompetista labrará su ruina cuando elija sofisticación por bondad.  Por cierto, Harry James es  el músico que
 está tras la interpretación de Kirk Douglas.
Alrededor de este grupo está el amigo del protagonista, un pianista al viejo estilo de Hollywood y tal como le gusta al gran Tom Waits: sombrero en la nuca, cigarrillo en la boca, una copa de whisky a mano y sobre todo mucha filosofía entre volutas de humo. No es casualidad que en la ficción se llame Willie 'Smoke' Willoughby y que el actor que lo interpreta sea Hoagy Carmichael.

Tras ver la película pensaba escribir algo biográfico sobre este célebre compositor y músico pero buscando en la la red, me encontré con una excelente y completa entrada del amigo Félix Amador Gálvez en su blog Jazz, ese ruido( aquí tenéis el enlace) y decidí limitarme a dejar alguna muestra de las dotes de Hoagy como cantante. 
Por ejemplo en esta escena de Tener y no tener (To Have and Have Not, 1944) donde canta junto a Lauren Bacall en su explosivo debut cinematográfico haciéndole frente a un hiperconsagrado Humphrey Bogart.

¿Era o no era un buen cantante Hoagy Carmichael

A mí me gusta, aunque no sea Frank Sinatra. Por ejemplo en su interpretación de uno de sus más famosos temas. Está en un hermoso disco de 1956, Hoagy sings Carmichael, donde canta sus grandes éxitos con una excepcional compañía en el saxo alto: Art Pepper.

Winter Moon es una extraordinaria balada con una entrada espectacular de Art Pepper.

Terminemos con otra sesión cinematográfica de un elegante y casi seductor Hoagy Carmichael. La escena de baile, elocuentemente racista,  está protagonizada por Peter Ray y la bellísima Dorothy Dandridge, la primera actriz afroamericana en aspirar a un Óscar por un papel principal.

5 abr 2012

Artista y presidente

Youssou N'Dour acaba de ser nombrado ministro de Cultura de Senegal. Antes que él, otros artistas musicales siguieron la senda política ostentando o aspirando a cargos de relevancia en sus respectivas países. El caso más reciente es el de Gilberto Gil también ministro de Cultura en el gobierno de Lula da Silva en Brasil. Melina Mercouri, en su condición de actriz y cantante ocasional, llegó al mismo ministerio poco después de la reinstauración de la democracia en Grecia. Ministro fue también Rubén Blades en el gobierno de Omar Torrijos en Panamá antes de presentarse el mismo en dos ocasiones para la presidencia de su país.

Ser presidente, la gran tentación. Sentir que tu voz musical es capaz de traspasar su ámbito natural convirtiéndose en palanca para conseguir la transformación política o alcanzar al poder. Hasta el presente pocos lo han conseguido, quizás Michel Martell , conocido musicalmente como Sweet Micky y actual presidente del sufrido Haití sea una única excepción.  

En este asunto hay casos muy dramáticos como el del heroico Fela Kuti, un hombre realmente empeñado en cambiar tanto la situación de su país, Nigeria, como el de todo la África negra en su conjunto. Fela era un peligro para el despótico gobierno y fue encarcelado, perseguido y asesinados algunos de sus colaboradores tras ofrecerse como alternativa política. El acoso policial a su cooperativa, a lo que el llamaba su “Estado Independiente”, no impidió que su República de Kalakuta, sobreviviera a su muerte en 1997.

Luego están los candidatos simbólicos. Aquellos con nulas posibilidades de ser elegidos, pero que se presentan como gesto de denuncia de una situación social determinada o simplemente como forma de divertimento a costa del marco político. La candidatura a la presidencia de Dizzy Gillespie en 1964 quizás participe de ambas opciones. Es cierto que el carácter extrovertido y juguetón del músico tuvo mucho que ver en el asunto, pero había mucho calado detrás. En su autobiografía dice:
"Cualquiera podría haber sido un mejor presidente que aquellos que teníamos en esos tiempos con sus mentiras y vacilaciones acerca de los derechos civiles y humanos de los negros y llevando adelante guerras secretas contra gente de todo el mundo. No creía que hubiera otra alternativa más que postularme. Tenía una razón verdadera, las utilidades de la venta de los pins fue para Core y SCLC (la conferencia del Liderazgo Cristiano, cuyo presidente era el doctor Martin Luther King, Jr., y además podía amenazar a los demócratas con que sufrirían una pérdida de votos y así llevarlos hacia una postura más razonable en relación a los derechos civiles"
En su hipotético gabinete estaría Ramona Crowell como vicepresidente. Duke Ellington como Secretario de Estado. Malcolm X como Fiscal General. Miles Davis como director de la CIA. Louis Armstrong como ministro de Agricultura. Thelonious Monk sería el embajador plenipotenciario y también Ella Fitzgerald, Peggy Lee, Mary Lou Williams, Woody Herman y Count Basie. Comenta Dizzy, que Max Roach quería ser ministro de Guerra, pero fue rechazado porque “no vamos a tener ninguna”. La Biblioteca del Congreso quedaría a cargo de Ray Charles y Charles Mingus sería ministro de Paz.

Lo que empezó como una idea entre amigos y gente de jazz no tuvo tiempo de foguearse y fracasó tras un tímido intento de presentarse en las primarias de California. 
Jon Hendricks creó el himno de campaña sobre el célebre Salt Peanuts de Gillespie:
"La política debería ser una cosa más groovy, así que necesitas un buen presidente que esté dispuesto a ponerle swing. ¡Vota por Dizzy! ¡Vota por Dizzy"

Y la actuación estelar de:

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