29 may 2009

El Rey del Jukebox


En la cinta "Bird" de Clint Eastwood , aparece como personaje secundario un individuo que podría ser la perfecta antítesis de la máxima estrella del bebop. Se trata de un saxofonista que compite con el músico de Kansas City siendo éste muy joven y más adelante, en un momento dado, decide tirar su saxo al río ya que se ve incapaz de competir con el maestro triunfante. Sin embargo, hacia el final de la película, se le ve triunfando en una sala de teatro aclamado por un público juvenil que salta enloquecido por la energía de su boogie woogie. Bird está allí, recién salido del hospital de Bellavue y se muestra escandalizado por el gusto de la gente hacia una música a la que no ve ningún mérito. Eastwood es un defensor del bebop y del propio Bird, por lo tanto es hasta cierto punto lógica su clara toma de partido por su personaje principal. Pero nada es sencillo, ni siquiera saber quien ese saxofonista que aparece en la película con nombre desconocido pero representando a alguien real. Yo me inclino por un nombre: Louis Jordan.



Louis Jordan fue más que un músico un showman con un largo recorrido desde Brinkley (Arkansas) donde nació, hasta convertirse en el indiscutible "Rey de las Jukebox" de los 40 y ser en los 50, un pionero indiscutible en el nacimiento del rock and roll. Pero antes, en los 30, después de su paso por algunas orquestas de blues -él siempre se sintió cercano al blues- recaló en Harlem compartiendo escenario con Ella Fitzgerald en la fabulosa orquesta de Chick Webb, donde cantaba y tocaba el saxo.



Es indudable que el contacto con aquellos ritmos explosivos que se estilaban en el Apollo Theatre y el resto de salas de baile del barrio negro, le dio al saxofonista una impronta que sería duradera en su música. Cuando muere Chick Webb, 1938, decide formar un pequeño grupo, algo poco habitual en la época de las grandes orquestas.
"Una vez llegué a ser conocido como Louis Jordan and His Tympany Five, mantuve el nombre aunque siempre tenía siete u ocho músicos. No creía que fuera capaz de manejar a una big bang pero con mi pequeño grupo hacíamos todo lo que hacían las big bands. Hice blues jump."



La importancia del bebop y su digamos, seriedad musical, hace que muchos se olviden de la aparición de otras alternativas generacionales al ya caduco swing. La vertiente más lúdica del jazz, la que más tenía que ver con el baile y la fiesta, nacida en el seno de la comunidad negra de Harlem, acogió con alborozo las propuestas musicales que tenía que ofrecer Louis Jordan y sus continuadores. Jordan mezclaba en su música toda clase de estilos musicales -jazz, blues, boogie etc...-hasta crear un estilo irresistible y pleno de humor que le convirtió en el favorito de toda clase de públicos, y lo que es más insólito sin distinción de razas, tal como se ve reflejado en las lista de éxitos de los 40 y 50. La gente, deseosa de olvidar el sufrimiento tras la contienda, acogió a Jordan como líder y no dudó en coronarlo como Rey del Jukebox. Una de las joyas de su corona, fue este tema que arrasó en las emisoras de radio de aquel período:



¿Es Jordan el "abuelo" del Rock and roll? ¿Es el eslabón perdido entre la música instrumental venida del jazz y la nueva música juvenil de los 50? Preguntas que se vienen repitiendo desde hace muchos años aunque no tienen, ni posiblemente tengan nunca, una respuesta satisfactoria. Los defensores de que el nuevo rock tiene ADN de este músico, ponen en el tapete su más celebre tema grabado por primera nada más y nada menos que en 1945 y luego convertido en un standard mil veces repetido hasta la actualidad.


A partir de los 50 la estrella de Louis Jordan se fue apagando por diversos problemas de salud. Sus seguidores, en cambio, no dejaron de aumentar dentro de la comunidad musical y sus temas han sido parte del repertorio de los más grandes. El Rey del Jukebox fallece en 1975, y sigue siendo el rey en su estilo aunque aquellas máquinas musicales solo sean ya hermosas reliquias de colección.


23 may 2009

Yo soy Fats Navarro


"Yo soy Fats Navarro. Mido un metro setenta y siete. Parezco casi mexicano con este pelo ensortijado y espeso. Solía pesar ciento sesenta kilos. Ahora peso cincuenta. Considerado miembro de la raza negra por el hombre blanco al que no gusto y que a mí me gusta menos aún".

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"Un día, en el autobús, Fats empezó a escupir sangre cada vez que tosía. Cuando llegaron a Chicago dejo la banda y se fue a Nueva York. Pero mi chico (Mingus) y él iban a encontrarse y hablar de nuevo muchas veces antes del día de julio de 1950 en que Fats Navarro murió en Nueva York de tuberculosis y adicción a las drogas. Tenía 26 años."
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"Mingus, sangro porque quiero sangrar. Tengo tuberculosis intencionadamente y espero que no haya cielo ni infierno como dices tú. Piensa en lo que fliparía si llego allí y me encuentro con que también es propiedad del hombre blanco y el cielo es de renta limitada y el infierno los suburbios. Les diría: "¡Matádme, ángeles blancos, gusanos, mamones, como hicisteis conmigo en la tierra, porque desde luego que no vais a sacar ningún oficio ni beneficio de mi alma!"

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"Pero quiero mirar mis enemigos cuando muera y verles las caras cuando comprendan que pierden a un cliente fijo. Yo me salgo, dejo el hábito, vuelvo a cas limpio. Y al instante tengo a un sucio hijoputa tirándome del brazo para invitarme a un colocón gratis, porque sabe que al día siguiente estaré aporreando su puerta para que me deje entrar. Mingus, nunca te hagas yonqui. Este mundo es asqueroso. Cogen y fuerzan a los niños y a las niñas para iniciarles de jóvenes"
(Fats Navarro en la voz de Charles Mingus en su libro, más o menos autobiográfico, titulado "Menos que un perro")


19 may 2009

No os carguéis a Amy



Una de los acontecimientos musicales más fascinantes de lo que llevamos de milenio se llama Amy Winehouse. Espero fervientemente que siga siendo así, por mucho que una cuadra de idiotas -los que manipulan la industria musical; los del sensacionalismo amarillo y repulsivo o los humoristas anodinos y previsibles, cazadores de freaks- intenten cargársela.
Su voz es la voz de las grandes, de las muy grandes.
Poder, fuerza, desenvoltura, malas pulgas y un prodigioso sentido del humor. Todas las grandes divas de la canción: Bessie Smith, Billie Holiday, Edith Piaf, Janis Joplin ... han tenido malas pulgas y mucho humor. Creo sinceramente que esta chica judía del Southgate londinense puede estar entre ellas. Un ejemplo de su visión del mundo, se aprecia en la letra de su más famoso tema, Rehab, compuesto a raíz de la insistencia de su compañía de discos en que debía rehabilitarse de su adicción al alcohol:
 
La gran Amy tenía un grupo de hip hop con 10 años. Siendo adolescente fue expulsada de una compañía juvenil de teatro pero al poco tiempo ya cantaba en los pubs del célebre barrio de Camden Town lo que le permitió antes de los 20 años firmar su primer contrato discográfico con Island Records. Dos álbumes, el primero -para mi el mejor- Frank, ha vendido casi 4 millones de copias. El segundo, Back to Black, duplicó el éxito anterior y convirtió a esta muchacha descarada en un fenómeno mediático a nivel mundial, quizás en perjuicio de su inmensa calidad.

Solo tiene 25 años, pero a su lado todo ese grupo de rumbosas estrellas femeninas del jazz cantado parecen descafeinadas cantantes de piano-bar atadas a perpetuidad a la noria de los standards y la bossa nova, quizás para esconder entre algodones sus manifiestas limitaciones vocales.

12 may 2009

Triunfar en París


En su autobiografía, Sidney Bechet cuenta como su abuelo Omar sedujo a la belleza mestiza Marie que a su vez era requerida en amores por un rico plantador. Este, al ver frustradas sus pretensiones, decidió hacer perseguir al escapado Omar con saña por los pantanos y luego asesinarlo por medio de un esbirro. El plantador adoptó al hijo de Marie e incluso decidió darle su apellido francés. Para Lucien Malson esta historia podría estar detrás del persistente deseo del músico por triunfar en París.





Uno pensaba que Sidney Bechet, el primer gran solista del jazz junto al gran Satchmo, se había largado a París en la troupe de la maravillosa Josephine Baker había bajado a uno de esas cavas humeantes y oscuras de la Ciudad de la Luz y sólo había salido de allí con los pies por delante. Pensaba que era otro símbolo del americano en París: como Hemingway, Gertude Stein, Gene Kelly en la célebre película o Jean Seberg vendiendo -como nunca se ha vendido un periódico- el Herald Tribune en los Campos Elíseos.




Craso error, Sidney Bechet intentó tres veces la aventura parisina y solo en las postrimerías de su vida alcanzó su triunfo soñado.
En la primera ocasión se había unido a la Southern Syncopated Orchestra y era solo un joven prometedor que tocaba el clarinete. Más que en París, su actuación llamó la atención en el Londres de 1919 donde recibió elogios en alguna revista, teniendo el honor de ser el primer músico de jazz solista reconocido en la prensa europea. Es en Londres donde consigue su primer saxo soprano que pasó a ser su instrumento por antonomasia.




Pasó los primeros años de la década de los veinte en la Gran Manzana realizando sus primeras grabaciones, alguna con el mismo Louis Armstrong, y finalmente regresó a París, ahora sí, con La Revue Négre de Josephine Baker. Este viaje fue más largo -de 1925 a 1931- aunque tampoco especialmente glorioso, sobre todo a raíz de su paso por una cárcel francesa tras haberse liado a balazos con otra músico de la orquesta. En los 30, sufrió duramente los efectos de la Gran Depresión e incluso tuvo que abandonar la música durante un tiempo para montar una sastrería en Harlem. Su "salvación musical" se produjo con el Renacimiento del estilo Nueva Orleans a finales de los 30 y principios de los 40.
1949 supuso su vuelta a París, el triunfo y el reconocimiento tan deseado. Su célebre "Petite Fleur" lo convirtió en ídolo de masas y casi lo integró en el exclusivo mundo de la chansón. La cosa le fue tan bien que terminó casándose a lo grande, disfrutando del homenaje de sus muchos admiradores y gozando de la plenitud de su gloria hasta su muerte en 1959.


Su sonido nítido, poderoso, fuerte, compacto y siempre brillante quizás refleje bien el carácter de este ambicioso criollo que al final pudo cumplir su más ansiado sueño: triunfar en París.


8 may 2009

Cántigas de Maio

Aprovechando la llegada del florido mes, mi favorito, traigo  aquí tres ejemplos de la lírica galaico-portuguesa contemporánea en tres primorosos temas grabados en los 70 y la versión de dos de ellos por parte de una extraordinaria cantante portuguesa actual. El primero fue un símbolo de la música gallega desde que se publicó en 1975. Abandonando el clásico estilo de cantante comprometido con guitarra acústica y buenas intenciones, Luis Emilio Batallán se acerca en esta obra a los cantautores norteamericanos de los 60. La letra, aquí la teneis, es un conmovedor texto del gran poeta civil del Rexurdimento, Manuel Curros Enríquez:
Mucho se ha dicho, aunque queda mucho por decir, del gran Zeca Afonso, uno de las grandes personajes musicales europeos de la segunda mitad del siglo XX y no tan sólo por su valor simbólico como luchador por la libertad si no también por su arrebatador e irresistible lirismo.En 1971 publica el disco Cántigas do Maio donde junto a la emblemática Grándola Vila Morena, aparecen estos dos temas relativos al mes de las flores.
Cristina Branco
, una de las grandes voces femeninas del Portugal actual y son muchas, publicó en el 2007 un disco altamente recomendable en homenaje a Zeca y su época, titulado Abril. donde se incluyen dos temas del disco de Zeca Afonso. Aquí os ofrezco los cuatro temas para que comparéis. Zeca Afonso - Cántigas de Maio (Aquí la letra)

Cristina Branco - Cántigas de Maio  
Zeca Afonso - Maio, maduro maio (Aquí la letra) Cristina Branco - Maio, maduro maio.

3 may 2009

Godchild: la alegría de vivir

Se le ha ocurrido a Esther Cidoncha en su fotogénico y excelente blog, que podría ser interesante que comentásemos algunos discos de jazz. Me ha parecido una idea magnifica y solo he preferido constreñirlo al territorio de los temas individuales teniendo en cuenta la cantidad de elementos diferentes e incluso contradictorios que puede haber en cualquier grabación de este género.
Aprovecho la ocasión para colocar esta joya en la vitrina de las Rompecorazones de mi gabinete, donde siempre ocupará un lugar relevante. Estoy hablando de la legendaria Godchild, compuesta por George Wallington, arreglada para el disco Birth of the Cool por Gerry Mulligan e interpretada por el Noneto de Miles Davis en 1949:



Creo que el jazz desde sus comienzos bascula alrededor a dos dialécticas: composición frente a improvisación e individualidad frente a colectividad. Si el componente improvisador, con alguna excepción fundamental, fue perdiendo progresiva relevancia a medida que esta música se hizo más popular, algo semejante se podría decir de la preponderancia de lo colectivo sobre lo individual. El swing, dentro de este género, es la eclosión absoluta de la composición y el grupo, compuesto mayoritariamente por grandes orquestas. Era hasta cierto punto lógico una reacción y llegó el bebop. El bop como movimiento musical revolucionario reivindica valores contrarios a los de la época anterior. La partitura es solo el plano sobre el que construir todo el edificio sonoro que necesita la labor de poderosos solistas con la creatividad suficiente como para afirmar su individualidad por encima del grupo que les da cobertura.
En 1949 un grupo de músicos, casi todos boppers, se reunen en el apartamento del arreglista Gil Evans y deciden realizar un tipo de música que intente combinar los diferentes elementos de la doble dialéctica sin darle preponderancia a ninguno. Se pretende la búsqueda de esa simetría que echaban a faltar tanto en el viejo como en el nuevo jazz. La idea de esta gente me recuerda un poco el pensamiento del arte renacentista del siglo XV, artistas como Brunelleschi, Masaccio o Piero Della Francesca, en la que en aras de una idea de armonía y equilibrio se sacrifica la intensidad, el expresionismo y el "calor" del arte medieval. Prevalece la idea sobre la obra acabada.
Godchild es para mí la culminación de este pensamiento. Su epítome. Una entrada colosal y ligera del grupo entero, da paso a un cortísimo solo de Miles Davis a la trompeta luego alargado con inusitada belleza en su segunda intervención. El sonido es relajado, transparente, infinitamente lírico. Otra intervención del Noneto da paso a un segundo solo, ahora del saxo baritono de Gerry Mulligan, omnipresente en toda la pieza. Creo que esta entrada, tal como se desarrolla, es el clímax de esta grabación de 3 minutos y 10 segundos. Personalmente, me parece un prodigio y no recuerdo un cambio de registro tan bello en todo lo que he oído
hasta ahora de música de jazz. Tras el solo de Mulligan, vuelve el grupo y otra vez, como en el caso de Miles, hay un segundo subrayado del barítono. El Noneto sigue con su majestuosa ligereza, interviene Mike Zwerin al trombón y se cierra el tema con la misma deliciosa y primaveral sensación con la que empezó la pieza. Todo un canto a la alegría de vivir.

Y la actuación estelar de:

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