27 sept 2010

Corazón negro

Ayer se cumplió un aniversario más de la muerte de Bessie Smith en el profundo sur. Una muerte teñida de leyenda gracias al el falso rumor de que murió desangrada, después de sufrir un accidente de automóvil, al no ser admitida en ningún hospital para blancos de la zona. Un mito falso que ha servido para engrandecer a la cantante con un aura trágica. Curiosamente la falsa leyenda une -de forma simbólica- al blues clásico –urbano y vinculado a los espectáculos teatrales- del que ella era la reina, con el blues rural del Delta del Misisipi. Bessie falleció en una pequeña ciudad de apenas 20.000 habitantes -quizás menos por entonces- que era el verdadero corazón del blues rural y sería el lugar de nacimiento de algunos de los personajes más decisivos de la música afroamericana posterior.

Son House grabó a finales de los años 20 un tema dedicado a Clarksdale que no vio la luz hasta 75 años después. House vivió parte de su vida en esa ciudad y fue uno de los protagonistas redescubiertos -podemos decir que de forma casi policial- por los estudiosos del blues a principios de los 60.
Aquella Clarksdale de los años 20 y 30 era una pequeña isla urbana en un océano de algodón. Allí se compraban las vituallas, se resolvían los asuntos administrativos y los fines de semana se convertía en centro de ocio para la población negra que sobrevivía como aparceros en las inmensas plantaciones de algodón del Delta. Realmente solo había dos lugares tan masificados en aquella zona, la más pobre de todo el país. Por un lado estaba Clarksdale y por el otro la prisión estatal de Parchman, una “granja de trabajo” donde miles de presos trabajaban de sol en condiciones deplorables. 


Los sábados de Clarksdale eran una explosión de colorido y de vida. Garitos atestados, vendedores ambulantes de los mas insólitos productos, predicadores auténticos y de pacotilla. Juergas, peleas, prostitución y una presencia omnipresente: el blues y sus diferentes variantes. En 1917 allí mismo, nació una de las figuras más decisivas de esta música: John Lee Hooker.

Antes de hacerse célebre formando grupo con su esposa Tina, Ike Turner era un célebre compositor de rhythm and blues que había aprendido a tocar el piano y la guitarra al lado de los grandes músicos que afloraban en su ciudad natal: Clarksdale. Con tan solo 20 años hizo su primera grabación como compositor, productor e instrumentista. Se trataba de Rocket 88 cantada por Jackie Brenston y sus Delta Cats. Un bombazo en las listas que fue considerado por muchos como el primer rock and roll de la historia.

En el mismo año, 1931, en que nació Ike Turner vino al mundo en Clarksdale, una de las voces más extraordinarias de la música popular del siglo XX. Una voz de terciopelo, un creador nato que llevó la música espiritual de la que se había embebido en su infancia, su padre era pastor evangélico, a lugares donde nunca había estado. Sam Cooke rompió esa barrera entre música de Dios -el gospel-  y música del diablo -el blues- que tanto había atormentado a los viejos músicos. Al hacerlo estaba creando un género extraordinario: el soul. 

Antes de morir asesinado en 1964, tuvo un hermoso recuerdo para la feroz tierra de Misisipi que le vio nacer. Una tierra donde los de su raza fueron explotados, humillados y oprimidos de una forma que ni podríamos concebir. Una tierra inhóspita pero al fin y al cabo su propia tierra. La canción se convirtió en un  himno trascendente para los defensores de los derechos civiles de la gente de color.

21 sept 2010

Jimi y Bill en la distancia

En estos días, los caprichos del calendario ha unido a dos artistas que han marcado el rumbo de la música popular en los últimos 50 años.
El 18 de septiembre se cumplieron 30 años de la muerte de Jimi Hendrix en Londres. El 15 fue el aniversario del fallecimiento de Bill Evans en Nueva York.
Jimi y Bill fueron genios y al mismo tiempo víctimas de la música. La pérfida musa a la que le entregaron lo mejor de sí mismos; aunque
ella, desagradecida,  les regaló a cambio una muerte prematura. 
O quizás estaba en el trato. 
Quizás la condición de llegar tan lejos estaba condicionado a vivir de prisa. Sin pausas. Apurando la copa hasta el final.
Una pregunta sin respuesta: ¿si hubieran seguido vivos como los veríamos ahora?

Muerte prematura pero muerte previsible.

Para Nennete Zazzara, última mujer de Bill Evans, el músico había estado urdiendo un plan para huir del dolor. Peter Pettinger por su parte, pone su colofón a su biografía con esta frase: "El lento suicidio del pianista fue doloroso, pero Evans se enfrentó a la muerte amparado por el éxtasis que le provocaba su arte". 
¿Puede el arte vencer al dolor? 
¿Puede un suicidio ser indoloro?

Para Jimi Hendrix la vida fue como el riff de una guitarra. 27 años de vida y tres de gloria fulgurante y efímera. Un fogonazo de luz y electricidad que tras encender el cielo como una bengala, nos sigue entregando su calor mucho después de apagarse.

Bill Evans era un hombre de tragedias interiores. Las vivía al máximo, pero desde dentro y cuando se le hacían insoportables se aislaba del mundo y de la vida fortaleciendo su muralla frente al exterior. Una muralla hecha de notas y de teclas del piano. La muerte de su contrabajista Scott La Faro le dejó en un estado de perpleja incomprensión pero le sirvió para entender que su destino estaba cumplido en la música. Cuando se suicidó su mujer, Elliane, tras enterarse de que su marido quería dejarla por otra o cuando falleció su hermano, Harry,  que fue su guía y mentor en casi todo, Bill siguió tocando. 
Tocó mientras su cuerpo maltratado por crecientes dosis de heroína se derrumbaba inapelablemente. 
Tocó y tocó hasta el final.

"La historia de la vida es mas rápida que un abrir y cerrar de ojos. La historia del amor es hola y adiós. Hasta que uno se encuentra de nuevo" (JIMI HENDRIX)

13 sept 2010

El adios de un rebelde

Antes de que los movimientos contestatarios de mediados de los 60 resquebrajaran la férrea bipolaridad ideológica de la guerra fría, existió un grupo de animosos holandeses que decidieron desafiar al sistema con desfachatez y enorme sentido del humor. Nada en Amsterdam volvió a ser como antes desde que apareció el movimiento provo. (Wikipedia)


Willem Breuker era un joven que respondía a la imagen airada y rebelde de los provos. Tenía cierta formación como instrumentista aficionado pero no se sentía a gusto con las rígidas nociones de la música académica y encontró su propio territorio creativo en la pura improvisación. Pero antes forjó su estilo tocando el clarinete y el saxo en orquestinas y pasacalles



La relación de Willem Breuker con los provos iba más allá de una actitud personal rebelde y antiautoritaria. En 1967 cuando era un músico casi desconocido protagonizó un escándalo al interpretar un tema condenando la represión policial contra el movimiento provo. Era la final de un festival de jazz retransmitido por televisión a todo el país. Así forjó su reputación de músico "agitador y revolucionario". La mejor etiqueta para un buscador en tiempos convulsos.



Su estilo musical se acercaba al free jazz que triunfaba en Europa en aquel momento. Sin embargo, no participaba del espíritu individualista del estilo. Prefería trabajar con grupos amplios donde podía dar rienda a su faceta como compositor pero sin limitar la libertad improvisadora de cada instrumentista.
No todo fue fácil. El inconformismo de Breuker le hizo recorrer muchos caminos con grupos muy diferentes antes de conseguir montar el Willem Breuker Kollektief en 1974. Se trata de una auténtica orquesta que no rehuye ningún estilo musical. Una música sin fronteras antes del advenimiento de la world music como género trasfronterizo. Jazz, cabaret, música balcánica, klezmer, bandas sonoras para cine mudo y homenajes puntuales a grandes compositores como Edgar Varese o Kurt Weill.


Breuker siempre intentó mantener en su grupo el espíritu autogestionario con el que se había forjado en sus años de juventud. Espíritu autogestionario y mucho sentido del humor. No tomarse demasiado en serio las cosas, ni sentirse demasiado importante. Ser flexible, ecléctico y abierto.Esta es su versión del bolero de Ravel


Ironías del destino, en 1998 el viejo rebelde recibió de las autoridades holandesas una de sus máximas condecoraciones: la Orden del León Holandés. Willem Breuker falleció el 23 de julio pasado, tan inconformista como había vivido. .

6 sept 2010

Orgullo de hija, orgullo de padre

Parodiando el célebre título del maestro Bergman prefiero los gritos a los susurros cuando se trata de cantantes femeninas de jazz.



Mis respetos para las grandes intérpretes amantes de la bossa nova y demás, pero cantar bajito para sonar sexy y sobre todo para que no se vean las propias carencias vocales no es lo que más me divierte en el terreno musical. Prefiero otra cosa, por ejemplo a esta chica que es más feliz actuando en  un pub en medio de la gente que dando el cante en un conservatorio o en un estudio de grabación.



No os confundáis no todo es velocidad y griterío en Catherine Russell, a veces no tiene reparos en sentirse lánguida, algo perezosa y dejarse llevar a donde la música quiera dirigirla.



Catherine es hija de Luis Russell, aquel pianista de origen panameño que se convirtió en uno de los grandes impulsores del jazz de Nueva Orleans hasta el punto de heredar la orquesta de Kid Ory y convertirse en la mano derecha de Louis Armstrong. De aquellos formidables músicos e incluso de su madre, intérprete de conservatorio, aprendió el valor de la música en directo, en vivo, sintiendo el calor y el sudor del público.  Por eso quizás ha sido tan remisa en sus grabaciones discográficas. Ha preferido acompañar a otros artistas y ha publicado solamente tres discos a su nombre con un éxito extraordinario. En el último, Inside this Heart of Mine, hay uno de su "padrino" Satchmo. Es uno de sus temas legendarios de la época de la Hot Five.



Sí,  Catherine Russell es amiga de la tradición y recupera el sabor añejo de las viejas intérpretes, desde Bessie Smith a Ruth Brown. Quizás le falte sofisticación manierista y no tenga nada que ver con las cantantes de piano bar que se llevan ahora.  Es auténtica y no necesita afeites ni una atmósfera romántica y envolvente para difuminarse.



Aquí interpreta con toda la emocion posible este hermoso blues compuesto por su padre y Louis Armstrong. Un orgullo de hija, un orgullo de padre. Todos contentos.

Y la actuación estelar de:

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