¡Oh, me voy a hacer religioso
me voy a unir a la Iglesia Baptista
¡Oh, me voy a hacer religioso
me voy a unir a la Iglesia Baptista
Voy a ser un predicador baptista
y no tendré que trabajar.
Son House era capaz de cantar un blues tan irónico después de decirle a su público, su descreído público juvenil de los 60, que debían elegir entre Dios y el diablo ya que ambos no caben en el mismo saco.
Sostiene Ted Goia que Son House cantando como poseído en Preachin' the Blues nos recuerda a Jacob luchando toda la noche con el Ángel de Jehova.
Efectivamente, la vida de Son House se movió siempre entre el fervor religioso y sus pulsiones profundas hacia la "pecaminosa" música profana. Con su vieja guitarra rota y su cuello de botella usado como slide, con su voz poderosa e intensa y su letras ardientes, Son House se convirtió junto a Charley Patton en el gran pionero del blues del Delta y principal mentor del mítico Robert Johnson.
Y sin embargo nunca dio demasiado valor a su música. Puede que tuviera buenas razones para ello, más allá de sus escrúpulos religiosos: cuando iba a dedicarse de forma profesional se vio involucrado en un crimen tras una reyerta callejera. Él siempre alegó que fue en defensa propia. El hecho es que acabó en la célebre cárcel de Parchman que con el tiempo se convertiría en el principal vivero de información para los estudiosos del blues rural.
Después de aquella experiencia, Son House realiza su primeras grabaciones en 1930 cuando acompaña a un experimentado Charley Patton a la ciudad de Grafton. Esta es la versión de 1968, junto a Buddy Guy, de uno de sus temas memorables de aquella sesión.
Llegó la Gran Depresión y por razones puramente económicas aquellas canciones no tuvieron la repercusión esperada. Quebraron los sellos y los discos quedaron almacenados en oscuros archivos cubiertos de polvo. No había eco para aquella voz majestuosa. Las grabaciones de Alan Lomax en la década de los 40 para la Biblioteca del Congreso fueron por motivos puramente etnográficos y Son no tuvo la fortuna que acompañó a Leadbelly.
Muchos pensaron que el inspirador de Robert Johnson y colega de Charley Patton había muerto y se llevaron una enorme sorpresa cuando los "cazadores de viejos bluesmen" lo encontraron viviendo como jubilado de ferrocarriles en Rochester, muy lejos del Delta y al lado mismo de la ciudad de Nueva York. Fue como localizar la misma tumba de Tutankamon en 1964. Luego llegaron 10 años de fama para un sorprendido Son House aupado a la gloria por un montón de hippies entusiastas. Se retiró en 1974 y murió en 1988.
Dice Ted Goia en su libro: "Incluso cuando era viejo golpeaba las cuerdas con una gran intensidad (...) Parece que la música no se toca en el instrumento sino que se arranca de él (..) Produce la sensación de que la guitarra está suplicando que le dé un respiro"
Pues al poderío con el que toca la guitarra se añade el de su voz. Una historia muy interesante.
ResponderEliminarEntre Dios y el diablo, la música; entre el cielo y el infierno: el mar.
Veo que Son House vuelve por estos pagos. Toda una leyenda, en muchos sentidos. Suerte que a él pudimos recuperarlo pero, ¿cuántos desaparecieron casi sin dejar rastro?
ResponderEliminarSalud.
Bien dicho por Goia "parece que la música no se toca en el instrumento, sino se arranca de él".
ResponderEliminarLos cementerios en el delta y su área de influencia deben estar sembrados de mucha gente como Son House, Doc.
Rasgaba la guitarra de aquella manera porque era autodidacta y además la primera que tuvo estaba en un estado lamentable: tenía la caja rota y le faltaba una cuerda. Se las ingenió para hacerle unos arreglillos. Me gusta esas interacciones entre contrarios, Angie. La música y el mar son buenos mediadores.
ResponderEliminarMuchos desaparecieron sin dejar rastro y fue una suerte que uno de los grandes sobreviviese a la hecatombe personal y global de aquellos pioneros. También es cierto, Troglo que los bluesmen blancos no dejaron de exprimir aquellos repertorios y les venía bien que resucitasen aquellos músicos.
ResponderEliminarEra la música que se oía en aquellas enormes plantaciones. Su escape en sus cortas horas de ocio. Los músicos eran considerados seres especiales por poder salir de aquel entorno cruel pero al mismo tiempo se les consideraba vagos, vividores y libertinos y el sector religioso los consideraba unos maleantes. Alguno ni siqquiera fueron enterrados en sagrado, Armando
ResponderEliminarDr.Krapp, aquí en este post encontramos una testimonio de una de las raíces del jazz. Como señalas, los negros trabajaban de sol a sol, y cantaban para poder soportar ese trabajo agobiante, de aquí nacen las "work-songs", una de las vertientes del jazz. Muy bonito testimonio el de este post.
ResponderEliminarSaludos.
Son House: Blues puro y genuino, kejío, escape, religion, alcohol y mucha vida.
ResponderEliminarGracias, Hector. Efectivamente es como dices las "work-songs" que luego se combinaban con el primitivo blues rural que era el practicaba Son House, Patton, Robert Johnson etc... El blues en la que cantantes y músicos podían expresarse simbólicamente. Por ejemplo, las mujeres malvadas que aparecían en aquellos temas de desamor y desamparo en realidad eran una representación simbólica de los patrones y capataces en las plantaciones.
ResponderEliminarTal cual lo dices, Kuto. Es todo eso además de remordimiento y culpabilidad.
Que buena panzada de blues me has hecho dar.
ResponderEliminarGran parte de la escencia del blues está reunida en este post.
Saludos!
Gracias, Jazz. Estoy muy de acuerdo contigo, en Son House se encuentra la raíz de muchas de esas cosas que asociamos al blues o a cualquier otra manifestación de la música popular.
ResponderEliminarGuau!! Genial entrada y genial la referencia a Ted Gioia y su fantástico libro... Yo creo que después de Patton, Son House es mi favorito de los bluesmen del Delta...
ResponderEliminarSaludos!!!
PD: cuanto trabajo tengo por hacer todavía en tu blog... ya me he propuesto un día entero para recuperar entradas antiguas... la próxima: la de Cadillac Records... ;)
Gracias. A veces Son House es tan intenso, tan poderoso con su voz y su forma de tocar que casi resulta insoportable. Como aquellos viejos curas que te asustaban tanto cuando levantaban la voz y se emocionaban contando las infinitas maldades que nos esperan en el infierno.
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