Si la recién fallecida Eydie Gormé lo tenía tan claro, siendo como era una cantante de mucho arrebato ¿quiénes somos nosotros para dudarlo?
Pues sí, la culpa es de la bossa nova y si ella no lo dijo con más contundencia y prefirió ampararse en las ligerezas de la tonalidad poppy/yeyé es quizás por algo de miedo ante aquel monstruo carioca capaz de devorar todo lo musicalmente masticable.
Nadie duda del valor del género. Nadie duda de que era un desafío minimalista a la extroversión sudorosa y descontrolada de la samba, convertida en paradigma tópico de aquel enorme país en su versión hollywoodiense y frutera.
Pero seamos sensatos, el estilo creado por aquel triunvirato mágico formado por el diplomático juerguista y mujeriego, el tímido pianista de club y aquel extravagante guitarrista de voz susurrante tenía dos peligros: su aparente facilidad y su invitación para que cualquiera lo hiciese suyo incluso en circunstancias de lo más adversas. Ese nos dice aquel al que llamaban "Joãozinho da Patu" en un tema arquetípico aparecido en el LP inaugural del género.
Aquella era una respuesta irónica y cargada de sentido contra los puristas que veían en la bossa nova una música susurrante que podía cantar cualquiera. Una respuesta valiente y democrática pero peligrosa ya que por aquel agujero se podía colar cualquier bicho.
Luego vino aquella célebre reunión neoyorquina donde un siempre extraordinario Stan Getz, pero necesitado de aire fresco, tras ser seducido por el entusiasmo de su amigo Charlie Byrd pergeñó con el matrimonio Gilberto un álbum que reventó las listas de éxitos.
Siendo Getz/Gilberto uno de los grandes hitos de la música popular de todos los tiempos tenía una trampa dentro: desde el momento en que Astrud con su vocecilla insignificante canta dos canciones en inglés abre la puerta a toda clase de insensateces. Músicos y cantantes norteamericanos se lanzaron a la vorágine. El capo Sinatra lo tenía muy claro y vio negocio. La gran Ella Fitzgerald en su época tardía asumió aquel repertorio ya estandarizado. Hasta hoy en día las grandes voces y las mediocres han usado y abusado de la bossa nova, pero casi nunca respetando su espíritu. La bossa nova no es una música sexy aunque pueda tener su toque, ni un género para cantantes perezosas/os, ni un repertorio para night clubs en París o Las Vegas y sobre todo, su territorio natural es el portugués, el idioma que le da sentido y relevancia. Al menos, eso pienso yo.
1966 (X)
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*“Eran las once de la mañana y empezamos a darle vueltas a unos riffs. No
llevábamos allí más de media hora y surgió la idea. Steve había estado
cantando ...
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