Si alguien ha tenido la oportunidad de ver la excelente película Distrito 9 ya sabe en que consistían aquello guettos de África del Sur en el que el gobierno racista “contenía” a la población no blanca. Desde la Primera Guerra Mundial y hasta principio de los años 60 el más importante de ellos era Sophiatown, un lugar cercano a Johannesburgo que se convirtió en el centro de la cultura negra sudafricana.
Sophiatown constituía una isla de libertad, un centro de poder cultural, vivo y deslumbrante que desafiaba al genocidio en el que estaba empeñado el gobierno del Partido Nacional. Había escritores, pintores y sobre todo buena música. Una música que combinaba el swing instrumental con los ritmos africanos, especialmente de origen zulú. En los 60 este género mixto jazz-zulú se terminaría llamándose Mbaqanga:
El arzobispo anglicano Trevor Huddleston fue uno de los más grandes luchadores contra el apartheid. Desde Sophiatown fomentaba el desarrollo de los jóvenes para evitar que fueran presa fácil de la delincuencia, mientras qye en el campo político intentaba combatir la arbitrariedad del régimen desde su condición de inglés, pastor y blanco. En aquel “Harlem africano” creció Hugo Rampolo Masekela y allí el padre Trevor le regaló su primera trompeta:
Masekela entró con 14 años en la primera orquesta de jóvenes de Sudáfrica, grupo patrocinado por el propio arzobispo. Era un niño precoz y ya tenía alguna experiencia cantando y tocando el piano. Luego sus inquietudes musicales le hicieron interesarse por el jazz más progresista, el bebop, que empezó a desarrollarse en aquel país a través del Sophiatown Modern Jazz Club. Conoció entonces a Dollar Brand (que al hacerse muslmán pasaría a llamarse Abdullah Ibrahim), Kippie Moeketsi, Makaya Ntshoko o Jonas Gwangwa con los que en 1959 fundaría quizás el primer grupo de jazz africano estable y sin duda, el primero que hizo bebop: The Jazz Epistles.
La gran oportunidad para todos estos muchachos, entre los que estaba la gran Miriam Makeba, vino a través del musical King Kong, historia del boxeador negro Ezequiel Diamini, de gran éxito dentro como fuera del país, tras su representación en los escenarios londinenses:
En 1960, a raíz de la matanza de Sharpeville, el régimen se quitó su careta formalista y enseñó al mundo su cara más siniestra. Asesinatos, detenciones masivas, deportaciones y destrucción definitiva de Sophiatown convertida tras el paso de las excavadoras, en una exclusiva urbanización blanca. Masekela, su esposa Miriam Makeba y el resto de sus compañeros tuvieron que huir. El trompetista marchó a Gran Bretaña y luego a Estados Unidos donde contactó con los grandes nombres del funky-jazz y la fusión de aquel período. En 1968 consigue un éxito memorable con la alegre Grazing in the Grass, entrando en las listas de éxito donde alcanzó una posición inaudita para un instrumental de los 60:
En los 80, tras una etapa de adicciones múltiples, renació su interés por los asuntos y la música de su tierra. Colaboró en las causas antipartheid- como en el famoso disco Graceland de Paul Simon-, con otros músicos afrianos como Fela Kuti e incluso participó en la puesta en marcha de un estudio móvil para emitir música desde Botswana hacia su oprimido país natal. En los 90, con la caída del régimen racista vuelve a su patria, escribe su biografía, sigue grabando su música y pasa a formar parte de la mitología vital de la nueva y democrática Sudáfrica.
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Veo que ya has solventado los problemas técnicos "bloggéricos"
ResponderEliminarMenos mal...
De los videos que has colgado, me gusta solamente el del musical King Kong.
Besos
Increíble, has visto tú mi entrada antes que yo. Cuando la escribí y le dí al botón para visualizarla no pude entrar. Ahora por fin puedo hacerlo y compruebo que tendré que modificar algún detalle.
ResponderEliminarLa música africana gusta o no gusta, apenas permite claroscuros intermedios.
Gracias, Tesa.
Un gran saludo desde mi rincón de El Retiro.
ResponderEliminarTambién el Parque del Oeste me trae muy buenos recuerdos de mi niñez y adolescencia.
Este tema de Paul Simon me encanta:
http://www.youtube.com/watch?v=-rN7R6r0T48
Conozo la música de Masekela gracias a mi hija mayor que es una forofa de la música africana. También me gusta.
ResponderEliminarEs un tema fascinante, Isoba, como otros del mismo disco, Graceland. Saludos.
ResponderEliminarTienes que decirle a tu hija que se pase por nuestros foros y nos deje algún comentario, seguro que tiene cosas interesantes que escribir, Luis.
Saludos, Doc. No me gusta todo lo que ha hecho Masekela, sí su etapa con los Jazz Epistles. Aunque es un músico que hay que conocer. El jazz africano es mucho más rico de lo que parece, a ver si un día subo alguna cosilla.
ResponderEliminarSalud.
Interesante entrada, Doc. No conocía a Masekela y me gustó.
ResponderEliminarQuizás Masekela, cuando tuvo que salir de su país, perdió algo el norte aunque era un momento de impasse en casi todas partes pero incluso en ese período hay momentos notables. A partir de los 80 el cambio fue radical y volvió a su raíces africanas en el momento en que la música africana iniciaba su despegue. Anímate a poner alguna entrada sobre jazz africano, Troglo, estoy de acuerdo contigo por lo que conozco es muy rico y hay que mirarlo sin prejuicios.
ResponderEliminarMe alegro, Armando. Africa es un filón musical aunque da algo de miedo entrar en ese mundo por la cantidad de elementos diferentes que conviven en su música. Siempre corremos el riesgo de la simplificación, incluso en el territorio específico del jazz.
Lo único que puedo decir es lo mucho que aprendo contigo y lo interesante de tus entradas. Normalmente los otros blogs los leo una única vez. El tuyo lo leo dos o tres veces para quedarme con la máxima información que pueda.
ResponderEliminarEsta entrada me parece de lo más estimulante para entrar en un terreno no muy conocido para mi.
Besos.
Dr. Krapp, no tenía conocimiento de este personaje Masekela, sí habáui escuchado a Miriam Makeba quien popularizó el tema "Pata Pata". Agradeazco la información que nos has proporcionado.
ResponderEliminarSaludos,
Gracias, Dr. Krapp, y enhorabuena por este interesantísimo viaje terapéutico y documental que trasciende la música del propio Masekela. Un precioso homenaje. Coincido con Esther en que sus entradas son estimulantes y sabiamente aleccionadoras.
ResponderEliminarPor supuesto, a mí la música africana (y sus conexiones con el jazz) siempre me ha interesado. En mi caso, todo comenzó con Osibisa, a principios de los 70, uno de los grupos que más me estimuló para dedicarme a la percusión. Osibisa nació, precisamente, en Gran Bretaña en la época en que Masekela recaló por allí.
Por cierto, qué bien se conserva el tío...
AMO esta música, y me trae recuerdos de infancia... adivinen cuál era mi sobrenombre en la primaria (en esa época se podían ver estas cosas por televisión aunque no había cable...)???? si, adivinaron,,,miriam makeba... me decían : solo te hace falta pintarte de negro...y yo... me llenaba de orgullo porque cuando fuera grande quería ser cantante...
ResponderEliminarNo sabes como agradezco tus palabras de ánimo, Esther. Solo soy un aprendiz que aprende mucho con vosotros. Yo creo que lo más importante es no perder la curiosidad ante las cosas, quitarse la cera de los oídos y seguir descubriendo cosas que puedan agradar a nuestros sentidos.
ResponderEliminarGracias, Hector, si te gusta la propuesta me doy por satisfecho. Saludos.
Gracias por tus palabras tan animosas, Sebastian.
La importancia de la percusión africana por ella misma o por lo que quedó de ella en los afroamericanos, todavía no ha sido valorado convenientemente, según mi criterio. Me encantaba Osibisa, era un aire fresco en el panorama algo plomizo del rock británico de los primeros 70, además tenían una portadas que me encantaban.
¿Pero era por el nombre o por que te parecías físicamente a ella, Myriam? Gracias por comentar esta entrada. Un saludo
por el nombre y poruqe me sabía las canciones y cantaba y bailaba... : )
ResponderEliminarDesde que era un niño he llevado siempre conmigo el "Pata Pata". Es curioso como te calan determinados temas musicales y luego se convierten en parte imprescindible de la banda sonora de tu vida. Debemos estar agradecidos a Internet por permitirnos bucear en nuestros recuerdos, actualizarlos y revivirlos. A mi me pasa a menudo.
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